24 de desembre, 2007

Barzen Auslese Trocken 2005 Edition alte Reben


Justo antes de uno de los bellos meandros del Mosela medio se encuentra el pueblo de Reil, que vive, según su propio lema, por y para el vino desde hace más de mil años. Visitando su página web, ¡no me cabe la menor duda! En Reil trabajan los Barzen desde hace 500 años: aquí nada se improvisa. Orgullosos de su tradición y de su presente, Alexander Barzen está, ahora, al frente de la bodega familiar y junto a productos llamados al gran consumo interior en Alemania, tiene una gama que me llamó, hace poco, la atención. Yo había pasado la vista por encima de alguna de sus botellas, pero al no ser una de las "grandes" marcas alemanas, ni llevar (¡en sitio visible!) la famosa VdP, pues no hice mucho caso.

Por supuesto, incumplí uno de mis preceptos: cata y después, opina; no prejuzgues. Eso pienso hacer. Este vino nace de viñedos de más de 100 años de antigüedad, todos ellos cultivados y vendimiados por los Barzen, prefiloxéricos y sobre pizarras mezcladas, grises, azules y rojizas. Es un vino ecológico. Con una vendimia manual, realiza la fermentación alcohólica y, parcialmente, la maloláctica, a baja temperatura. Remueven periódicamente las lías y filtran parcialmente el vino. No conoce la madera pues todo el proceso se hace en inox. Este "alte Reben" (viñas viejas) del Mosel-Saar-Ruwer, sale con 13,5% y a pesar de ser de vendimia tardía, la fermentación se ha comido prácticamente la mayor parte de azúcar del mosto (tiene un total de 8,1 gr/l). Por ello es seco ("trocken"), aunque lleva en su alma algunas sensaciones de esa maduración de la uva en la planta. Conviene servirlo sobre los 9-10ºC y creo que no pide decantación: abriendo la botella media hora antes de la degustación, basta.


Con un color amarillo bastante intenso (limón maduro), es un vino limpio y brillante, con visual de carbónico. Muy bonito. Ofrece aromas de piña madura y de lichy y en boca, se confirma el leve carbónico y posgusto a muscat y terpenos. Es muy agradable y aporta, a partes iguales, frescor y volumen, junto con un cierto amargor vegetal. Al cabo de un rato y con más temperatura en copa, sale su mineralidad y su fondo calcáreo, discreto y sutil, junto con apuntes de flor de tilo y algunos anisados. Un vino interesante, realmente, que con un Stilton curado unos meses (si no lo tenéis, ponedle un buen Gorgonzola), hará las delicias de Tirios y de Troyanos.

La foto de Reil en otoño me ha sido facilitada por Óscar (Vadebacus).

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