Desde por lo menos 1977, nuestras navidades se han visto tan marcadas por Freixenet como la llegada de la primavera por ECI. Así son las cosas: antes mandaban las estaciones, con sus ritmos, vaivenes y productos. Ahora han desaparecido la primavera y el otoño, apenas existe el invierno y sobrevivimos como podemos hasta el cataclismo final...Las campañas publicitarias de la firma de Sant Sadurní, desde que dejaron el cartel y pasaron a las pantallas pequeña y grande, se han visto dominadas por mujeres hermosas, por burbujas saltarinas y por hombres de gran presencia.
Pero el talento también existe y si hay dinero que lo apoye (y en Freixenet lo hay), la sorpresa puede saltar. Y saltó este año, vaya si saltó. Mis hijos me lo habían advertido (vivo poco apegado a la televisión): ¡tienes que ver el anuncio de este año! Otro compañero me dijo "en tal sitio lo tienes completo". "Completo lo pasaron una sola vez y es la que merece la pena".
Y el otro día, leyendo un interesante comentario de Encantadísimo sobre un espumoso de malvasía vinificado por Freixenet (ideal, creo, para los roscones de Reyes), que ellos mismo presentan como "dulce y para los postres", el compañero me lo puso tan fácil, me lo recomendó tan sinceramente, que me puse los cascos y me dije "a ver qué pasa...". Conste que no tenía ni la menor idea de qué iba ni cual era su historia o argumento, ni tan siquiera quién era la burbuja del año. Y qué burbuja ni qué narices: la estrella del anuncio es, ni más ni menos, que mi admirado, querido y jamás suficientemente visionado ¡¡¡Alfred Hitchcock!!!
De la mano de un no menos brillante Martin Scorsese y con una calidad de imagen y de sonido apabullantes (por lo menos en la página web de Freixenet, que es donde recomiento veáis completo el anuncio), saltaron a raudales el talento de ambos directores y su inefable, austero, delicioso sentido del humor. No soy cliente habitual de esta casa de Sant Sadurni, aunque por circunstancias que no vienen al caso he tenido amables e interesantes conversaciones con su actual presidente; ni tan siquiera puedo decir que haya visto todos sus anuncios. Pero como amante del cine de Hitchcock, como admirador de algunas películas de Scorsese y como seguidor fiel de guiños y cameos que en la historia del cine son, confieso no haber asistido a un homenaje tan tierno, delicado y bien hecho, como éste. Y quiero felicitar a Freixenet, por supuesto, y al Dr. Bonet a su cabeza, porque poner el dinero para proyectos como éste merece mucho la pena y, además de un signo de habilidad comercial es, también, un fino detalle de inteligencia y de sensibilidad. No os lo perdáis.
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