
Como los que vivís en Catalunya habréis ya adivinado, mi intento de experimento con la luz del sol a mediodía del solsticio de invierno, ha resultado fallido por completo: aunque amainó algo la tormenta, no fue lo suficiente como para que el sol atravesara las nubes...habrá que esperar, pues, a otra ocasión para acercarse a Centcelles, aunque vosotros, si no lo conocéis, tenéis allí una cita de primer orden.
Yo, discretamente, me fui a pasear mi frustración por otro sitio romano de los importantes: la villa romana de Els Munts, en el municipio de Altafulla (a unos 8 km al norte de Tarragona, junta a la antigua Via Augusta). Esta residencia de altísimo nivel, con distintas fases de habitación, una casa cuyas paredes y frescos romanos siguen en pie, unas fantásticas y muy entendibles termas privadas y restos de una explotación agrícola, fue construida con privilegiadas vistas al mar, junto a la playa.

Saciadas mis ansias de "romanidad", mis pasos se dirigieron ditectos al mar. Confieso mi amor por el Mediterráneo en todas las épocas del año, pero mi pasión auténtica es encontrar sitios en los que sentirme cómodo junto a mi mar, en invierno. Desde ayer, el
restaurante-bar Voramar (Cal Vitali), es uno de ellos. Situado a pie de playa (C/ Pons d'Icart, s/n, 977650630), se trata de un lugar muy sencillo, sin grandes pretensiones pero con sentido común y dosis de buen hacer a raudales. Una salita con lumbre (la de la foto), junto a un mar embravecido que se había comido media playa esa misma noche, pusieron mi espíritu y mi cuerpo en su lugar en pocos minutos. Qué rincón tan acogedor y que atmósfera tan reparadora. Una deliciosa sopa de pescado (con un buen fondo de pescado de roca y algunos tropezones de rape y mejillones), una merluza fresca a la romana (cómo no) y un púding de la casa, hicieron el resto.

Para acompañar ese almuerzo marinero me "tiré de cabeza" al vino blanco de mis amigos de
Bàrbara Forés, en la DO Terra Alta. Su
Blanco 2006, con un 20% de viognier y un 80% de garnacha blanca, maceración pelicular en frío de 20 horas y fermentación en inoxidable a 18ºC durante 15 días, estabilización y embotellado con 13,5%, es siempre una excelente y accesible opción. De un amarillo bastante pálido, brillante, sus aromas son muy agradables, con algo de melocotón de carne blanca dominando el conjunto, junto con trazas de muscat, un bello tono vegetal, una vibrante acidez, frescor y volumen en boca y un posgusto muy ligeramente amargoso. Todo lo que os acabo de comentar salió por 25 euros y, la verdad, aunque salí de Tarragona sin solsticio ni sol, la satisfaccción por la experiencia vivida, el lujo de poder contemplar mi mar desde esa posición, privilegiada ya desde antiguo, y el lugar descubierto compensaron con creces el asunto...La vuelta a casa, presidida por mi inseparable
Lucio Dalla y su "
amor desesperado" con Mina, hicieron el resto.
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