15 de desembre, 2007

Lentejas y vino para una resurrección


Noches de mal dormir, días de mucho trabajo, viajes arriba y abajo, dolor corporal y, a ratos, anímico, han hecho que me levantara (es un decir) hoy con ganas de resucitar. Y me he dicho "a las penas, puñaladas" o, mejor, ¡¡¡lentejas!!! Y a la hora de comer, me he preparado unas sencillas pero sabrosas lentejas vegetarianas. Lentejas verdes del Puy quedaban unas pocas. He hecho un sofrito con cebolla y, al cabo de un rato, zanahoria. Cuando ha estado casi en su punto, he añadido un par de dientes de ajo y una hoja de laurel, agua mineral y cuando todo ha tomado ya un gusto amalgamado, he lavado las lentejas, y a la cazuela. Cuando han estado en su punto, el resultado ha sido un buen plato de lentejas que empezaban, sí, pero no definían por completo mi resurrección.

Claro, faltaba algo muy importante: un vinazo que me devolviera directamente al tiempo de los apóstoles. Y mi vista se ha dirigido, sin más, al Carles Andreu trepat 2006, que causó un buen revuelo entre los especialistas en la pasada feria Slow Vitis '07. El Celler Carles Andreu se encuentra en el corazón de la DO Conca de Barberà, en el pueblo de Pira. Se trata de un monovarietal de trepat, la variedad autóctona de la DO, casi denostada para un uso de este tipo, aunque ahora vuelve a estar de moda, pero más por los cavas rosados que se hacen con ella. Este Carles Andreu trepat 2006 se hace con vides de más de cincuenta años de los viñedos "Les alzinetes" y "Les parades" y, además de la habitual fermentación en inox, pasa seis meses en barricas bordelesas de roble francés de primer año. Con 13,5%, conviene servirlo a 16ºC.

Capa media-baja para un vino de un brillante y muy limpio color a medias entre un rubí de baja intensidad y una grosella a medio madurar. A ratos, parece un clarete. De gran aunque sutil fragancia en sus aromas, ya a copa parada asombra por su expresión y su sencillez: frutillos rojos de bosque y todos los aromas de la pimienta (sobre todo las más dulzonas, tipo cayena). En boca es suave y delicado, con unos taninos muy redondos y pulidos, cuerpo medio y estructura de paso delicado, elegante. En posgusto, asoman aromas de cereza en alcohol y un algo de regaliz. La madera está tan bien puesta que ni se nota y la sensación general es la de una delicadeza y expresividad casi borgoñonas.

La mejor noticia es que esta maravilla, que me ha resucitado directamente (a lo Lázaro, vaya), sale por 7,95 euros y que si se quiere comprar, lo más sencillo (lo tienen muy bien montado) es mandar un mail a info@cavandreu.com (telf. 977 887 404; mis amigos de Cepavinis también distribuyen los productos de Carles Andreu allí donde se les pida). Recuerdo, por lo demás, de la feria, que su cava de barrica estaba pero que muy rico (¡a 10,20 euros la botella!). Sin duda, es una bodega a tener en cuenta y un monovarietal de trepat a conocer.


Y así, tal y como muestra el mosaico y gracias a las lentejas y a este impresionante vino, voy mejorando de mi general prostración...(yo soy el que sale del sepulcro, !embalsamado!).

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