Conviene servirlo sobre los 16ºC (14,5%). Su color es el rojo oscuro, casi denso, de la picota madura y tiene una gran brillantez pero con una capa media (no es un vino inexcrutable, vaya). Los primeros aromas son de una mineralidad profunda, como si estuvieras removiendo tierra y raíces en el bosque. Me recordó, también de inmediato, variados matices del olivo: el removido de las hojas en la cosecha, el aroma de la oliva negra muerta, confitada, la tapenade con un buen aceite. En boca es un vino austero, algo vegetal, con taninos que se cierran sobre las encías, pero con un deje muy agradable. No molestan en absoluto: me recordó el tacto del esparto trabajado, fino. Su posgusto ofrece aromas a fruta negra de bosque madura, a monte bajo, a hinojo salvaje Es un vino austero, sin concesiones ni alharacas al uso, con buena fruta muy bien integrada en la madera: acabó recordándome el fruto del granado, la mejor combinación que yo conozco de fruta y madera que no sobresalta, sino que enamora. Este vino se puede comprar, me dicen (porque a mí me lo regaló Roger) sobre los 9,5 euros y me parece una gran opción para platos de caza, para arroces con conejo o con pato. Vinya Natural hace también un vino sin madera, Quatre Vents (msrlot y 20% de cabernet sauvignon), que, dicen, promete también mucho. Habrá que probarlo.20 de març, 2008
Barranc de l'Infern 2006
Conviene servirlo sobre los 16ºC (14,5%). Su color es el rojo oscuro, casi denso, de la picota madura y tiene una gran brillantez pero con una capa media (no es un vino inexcrutable, vaya). Los primeros aromas son de una mineralidad profunda, como si estuvieras removiendo tierra y raíces en el bosque. Me recordó, también de inmediato, variados matices del olivo: el removido de las hojas en la cosecha, el aroma de la oliva negra muerta, confitada, la tapenade con un buen aceite. En boca es un vino austero, algo vegetal, con taninos que se cierran sobre las encías, pero con un deje muy agradable. No molestan en absoluto: me recordó el tacto del esparto trabajado, fino. Su posgusto ofrece aromas a fruta negra de bosque madura, a monte bajo, a hinojo salvaje Es un vino austero, sin concesiones ni alharacas al uso, con buena fruta muy bien integrada en la madera: acabó recordándome el fruto del granado, la mejor combinación que yo conozco de fruta y madera que no sobresalta, sino que enamora. Este vino se puede comprar, me dicen (porque a mí me lo regaló Roger) sobre los 9,5 euros y me parece una gran opción para platos de caza, para arroces con conejo o con pato. Vinya Natural hace también un vino sin madera, Quatre Vents (msrlot y 20% de cabernet sauvignon), que, dicen, promete también mucho. Habrá que probarlo.
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Kagami y Rita
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