13 de març, 2008

Brioche a la naranja con su vino


Sigue mi pasión por Nordljus: escribe poco, escribe bien, fotografía de ensueño. Su trabajo es, casi, como un suspiro zen en este mundo de locos. En su última entrega, nos regalaba con dos recetas de postres procedentes de un libro de Claire Clark. Las dos, preparadas y fotografiadas por Nordljus, son de impacto, pero yo me quedé con la letra de la segunda de ellas (en la foto de la izquierda), un pudding con brioche, mantequilla y mermelada de naranja. ¿Por qué? Intenté imaginármelo con alguno de mis vinos dulces recientemente tomados y la combinación surgió con nitidez en mi cabeza. Ahora os la explico. La segunda razón es puro sentimiento: quien haya paseado por Sevilla en primavera, se habrá llevado consigo un impacto de aromas y olores que jamás olvidará. Los naranjos en flor. Algo difícil de describir. Hay que vivirlo. Pues resulta que la mermelada que usa Nordljus es de ¡naranjas de Sevilla! Aquí tenéis la receta, que no es muy compleja y, en cambio, es muy agradecida.

¿Y qué música le pondría yo a esta letra? Pues la melodía que ofrece este Custodia Santalùssia 2001, de la Cantina di Custoza. Cerca del lago de Garda, en zona de Custoza (Sommacampagna), se encuentran las variedades blancas que dan origen a este vino dulce natural. Con las que se hace el bianco di Custoza (trebbiano, garganega, Friulano, malvasia, pinot bianco, chardonnay), se trabaja, pero se las pasifica (en Italia éste es un vino "passito") y se les exprime el zumo, rico en azúcares, con mucha delicadeza. Por aquí las fermentaciones arrancan cuando quieren y paran sobre los 11% de alcohol, conservando el frescor y la acidez de los blancos secos. Este vino, tomado sobre los 10ºC, acompañará de maravilla la pastelería hecha con brioche, el pandoro, los roscos, los tortells...De una ligera tonalidad caoba clara, pero con matices de verdor y yodados, es un vino casi fresco, con un esqueleto y unos aromas discretos, livianos: aires de albaricoque maduro acompañan un despliegue de levaduras soberbio. Asoman recuerdos de galleta maría y de mantequilla, de galletas bretonas, vaya, junto con un cuerpo ligero y un paso nada fatigoso por boca. El trago acaba regalando un suave deje de galleta de almendra amarga.

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