28 de març, 2008

En Medina Sidonia, el convento "de arriba"


Foto del campo desde Medina Sidonia By Photoblues

Medina Sidonia era una de mis asignaturas pendientes en Cádiz. Nos acercamos a ella un soleado día de marzo, transparente, frío, brillante (casi como el de la foto), trepamos por sus cuestas, nos maravillamos con su alcazar, con los restos del castillo en lo alto del monte, con sus extraordinarias vistas a los cuatro vientos, con su universo de pájaros. Gozamos de su mercado de abastos, de su ayuntamiento, de sus iglesias y calles enrejadas y casi sin buscarlo, topamos de golpe, casi en lo más alto, con un convento...


"En Cuaresma y Semana Santa, sólo se atiende el torno", rezaba un letrero. Avisados como estábamos de la riqueza de la pastelería de Medina Sidonia y aún sin haber identificado el sitio al que entrábamos, nos dirigimos rápidamente al torno. Allí esperaba una persona que trabaja para el convento y le preguntamos. "Nunca se sabe...si han hecho dulces, se los venderán...", contestó a nuestra pregunta. Sonó la campana y tras interminables minutos de espera (ya se sabe: el tiempo en clausura no es el mismo que fuera de ella), se oyó una dulce voz, "¿Tienen algo de dulces, hermana?", le pregunté. Y por respuesta, la callada, unos segundos más, tras los cuales gira el torno y reaparece su interior abarrotado de dulces presentes. La hermana informa "son tortas pardas y rosquillas". Pienso "si pudiera, la besaba". Nos lo quedamos todo, dejamos un buen donativo para que las hermanas sigan rezando y trabajando para todos nosotros, y marchamos la mar de satisfechos con nuestro "botín".


En el convento de Jesús, María y José, el convento de "arriba" de Medina Sidonia (calle de la Misericordia), de las Agustinas Recoletas, se vive y reza en clausura desde 1687 y desde que el dulce es dulce en la capital del ducado, dos son los manjares que destacan y brillan más que el sol: el alfajor y la torta parda. Ésta, de la que nos llevamos una buena provisión, da fama al convento y a la ciudad. Hecha con pasta de almendras, se rellena con cabello de ángel y la masa se recubre de nuevo con almendra y azúcar. El cabello endulza y suaviza, engalana la almendra, y para un goloso como yo, el resultado es de fiesta mayor. De vuelta a casa, y tomada la pasta con una buena copa de Ariyanas, el placer está garantizado. Ya sabéis, si pasáis por Medina Sidonia, para arriba y sin pereza...


Foto de "Ventana asidonense" By Miguel Roa

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