23 de juny, 2008

"Pa" comer algo


Me gustan los juegos de palabras y reconozco que, siendo del barrio, la primera vez que vi en qué había quedado la metamorfosis del antiguo Olivé, me di una buena risotada: ALTA TABERNA PACO MERALGO era un guiño a dos cosas, por lo menos a dos cosas. Las tabernas, hoy, también pueden ofrecer elevada calidad (además, se come alto aquí, pues las mesas son elevadas y uno se acerca a ellas en taburetes) a precios más o menos moderados, por una parte. Y "pa comé argo" teníamos un nuevo sitio en Barcelona, con un pequeño, alterado, corte silábico. Con una idea que ha radicalizado después (en el restaurante Tuset 27, antiguo Reno), la cocina está a la vista del público, algunas recomendaciones se leen en pizarras en las paredes y el ambiente que se respita es claramente tabernario: ruido, algarabía, humo, servicio muy profesional y atento y con dosis de chispa y buen humor. Si te gusta este ambiente, Paco Meralgo es uno de tus sitios en Barcelona (Inopia, Tapaç24, Rosal 34, Quimet i Quimet, el Vaso de Oro...configuran un mapa de tapeo de lujo en la ciudad, con variedad de estilos y ofertas). Si además, caes en la ciudad en domingo, se trata de uno de los pocos restaurantes de tapas donde puedes llegar con una reserva hecha.

Íbamos con unos queridos amigos, invitados romanos, y el local les encantó. Su procedencia marcó algo, no del todo, la elección: un buen pan con tomate era imprescindible, y el de Paco Meralgo es excelente, con el pan algo tostado, con buena miga, bien untado y sabroso aceite. Acompañaron de primera una longaniza de Vic y un surtido de empanadillas de la casa y de embutidos ibéricos. Llegó también una esqueixada, para mi gusto algo pasada de agua en el bacalao (sosilla, vaya) y una botella de Lasendal 2005 (DO Montsant), del Celler de Capçanes, que se portó muy bien: la fragancia de una mayoritaria garnacha (con pequeño aporte de syrah) y buenas copas, hicieron las delicias de nuestros amigos y casaron con esos entrantes. Se trata de un buen vino que se puede comprar en tienda sobre los 8 euros.


De segundo, cambiamos de tercio, de vino y de zonas: salieron unos chipironcitos a la malagueña, sabrosos y nada aceitosos y unas zamburiñas muy ricas, que iban acompañadas, en el interior de su concha, por una cebolla confitada. Un contraste que me gustó mucho. Brindamos por nuestra salud y por el pronto restablecimiento de la normalidad en Italia (la que les ha caído encima con la tromba berlusconiana bis), con un Llopart Reserva Imperial, un cava de crianza de Llopart, con macabeo y charelo y mínimas dosis de parellada y chardonnay. Fina burbuja, suave cremosidad en boca, aires de frutos secos y mucho frescor acompañaron bien a las delicias del sur y del oeste y finalizaron en gloria, con dos postres de la tierra: un "recuit de Fonteta", que no tiene secreto alguno, pero que se agradece mucho de encontrar en un restaurante del Eixample barcelonés; y una "torradeta de Santa Teresa" (torrija), uno de mis postres favoritos, dulce, con pan viejo, nada empalagosa, bien lograda. No era la de mi abuela, pero se podía comer muy bien. La cena salió por 30 euros por cabeza y vista la calidad media de lo comido y bebido y el muy profesional y agradable servicio de la sala, me supo a buen precio. Tienen la ventaja, además, de que son como las farmacias 24 horas: tienen abierto cada día, aunque por lo visto, encontrar mesa o sitio en la barra sin reserva requiere buenas dosis de paciencia.

La foto de portada es de la web del restaurante. Las otras dos son de Encantadísimo en Flickr.

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