01 de febrer, 2009

TEN 2007

El Celler Pasanau, el artista plástico Wataru y el músico Pep Sala: tres nombres para un proyecto singular, para una tierra singular, para unas cepas y unos cielos únicos. Pasanau idea un rosado (la sola mención del tipo de vino, aplicada a la DOQ Priorat, hace que el vinófilo arquee algo las cejas...), Wataru propone una caja, una etiqueta y un nombre ("ten" significa "cielo" en japonés) y Pep Sala, músico hasta los tuétanos, hace exactamente aquello que muchos quisiéramos y no podremos jamás: le pone música al vino, le pone sentimiento a la pintura, le pone acordes y ritmo al paisaje, al cielo y a la historia del Priorat. Una música que hay que beber con los ojos cerrados, recreando en tu mente ese momento pleno, espiritual, denso y emotivo, en que los Cartujos cruzaron el paso de la sierra, decididos a dar nuevo sentido a los votos de San Bruno.

Instalaron su cartuja al fondo del barranco, donde no había otra "salida" que el espadado del Montsant, ni otra posibilidad que esas "escaleras" que, día a día, subían hacia el cielo puro del Priorat y les permitían charlar con Dios y ofrecerle sus oraciones y su trabajo. Abro la botella, pongo la música, cierro los ojos: el paisaje, la historia taladran mi mente, la ocupan por completo: viaje. Ruido de caballerías. Monjes a cielo abierto, al raso. Paso de montaña. Coll de l'Alforja: Montsant, visión deslumbrante. Madrugada. maitines. Trabajo, actividad, miradas al cielo. Cepas y oración. Lluvia y vendimia. El primer vino. Sosiego y paz. Tierra, luz, paisaje, espíritu. Medioevo en la música. Autenticidad en la copa. Los monjes devuelven al Creador lo que le pertenece, en forma de oración, de trabajo, de cartuja, de vino. Beber esta garnacha, escuchar esta música, mirar o recordar el cielo sobre la tierra de los priores es una forma sosegada, natural, de reintegrarse a un ritmo más humano de las cosas, hecho a la escala de la naturaleza y de sus estaciones.

Hay que tomar este vino escuchando la música de Pep Sala, con la paciencia y los ojos del hombre antiguo, con tranquilidad y conciencia. Frambuesa todavía en mínimo envero, piel de cebolla muy fina. Mucha fruta al principio, aunque ya evolucionada: fresas del bosque, madroño en sazón, cerezas en alcohol en el paladar que recibe un trago algo astringente, mineral y seco. Se ofrece con cuerpo, al mismo tiempo, cierta untuosidad y amabilidad a raudales. Paso firme y agradable, austero y oscuro, cordial como la bodega, como la celda y la conversación del cartujo, mínima pero necesaria, amable y, en esencia, vital. Uno, que ha tenido la suerte de estar en las tres cartujas que quedan en la Península Ibérica y charlar (no os parezca un contrasentido: también hay cartujos que hablan) con sus monjes, se siente como en casa, tras una hora de charla con la historia del Priorat. La música de Pep Sala, ell alma del dibujo mínimo, mineral, de Wataru, este vino rosado de los Pasanau, me han abierto, en pleno Eixample barcelonés, el cielo del Montsant de nuevo y me han transportado al primer momento del Priorat, el que explica todo lo que ha venido después. Ahora, el viñedo descansa tras el duro esfuerzo. Este año, el invierno atenaza, el frío y la nieve visitan la comarca y el cielo se muestra transparente como nunca. El cielo de los Cartujos sigue iluminando el Priorat.

Gracias a la generosidad de Pep Sala, que ha dado su permiso, y a la habilidad de Albert Pasanau, que ha preparado el corte en mp3, puedo ofreceros en primicia el sabor de esta música. Sea con Ten 2007 o no, coged una copa de buen Priorat o Montsant, poned la música, cerrad los ojos y escuchad al cielo de esta tierra única...


La foto de Scala Dei es de Javier Alfaro. La del vino (caja y CD), y la del viñedo a los pies del Montsant, son de Albert Pasanau.

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