Ya me perdonarán los lectores el exabrupto del títular, pero procede, directo, del texto que Xavi Sancho publicó ayer en El País, página 50 de mi edición catalana, "Tendencias, gastronomía": "El 'low cost' llega al vino". Después de leerlo unas cuantas veces, me sentí casi como el maniquí de Volkswagen en sus pruebas con el Golf GTI: algo asqueado. De la parte de quien firma ese artículo, se me ocurren algunos comentarios:1. ¿No hay palabras más modernas que "caldo" para hablar de un vino "joven y moderno"? 2. No me parece de recibo que relacione el estrellato de un restaurante con las "ganas de estrellarse" que pueda suponer conseguir un reconocimiento. Mucha gente lo consigue y no se "estrella" (qué juego de palabras, por cierto...). 3. No hay que burlarse de un buen cristal para beber vino. No tiene por qué ser caro, además. Hay un montón de buenas copas en el mercado, que no son de metacrilato y que ofrecen una entidad no despreciable a lo que uno bebe. Por cierto, si leo el DRAE, "chasquear" no es verbo que uno pueda utilizar con una copa: podrías hacerte daño. 4. No hay que poner a todos los filósofos griegos en un mismo saco. Sobre todo si se quiere hablar con desprecio de ellos: no pocos no le pusieron mala cara a la buena vida y, además, escribieron cosas sobre ella que siguen siendo, hoy, motivo de buena reflexión. 5. ¿"Primer concepto democratizador, modernizador, joven y sobradamente desacomplejado de vino patrio"? No me haga reir el periodista de El País: ¿qué pensarán de su afirmación los jóvenes modernos democratizadores desacomplejados hacedores de vinos patrios (ñoña la iunctura, ¿no?) que hace años están ya andando ese camino? ¿Qué, Rafael Palacios con sus godellos en Valdeorras? ?Qué Raúl Pérez con sus mencías bercianas? ¿Qué Albert y Gerard Jané con sus garnachas del Montsant? ¿Qué Joan y Josep d'Anguera con sus syrahs? ¿Qué Dominik A. Huber y Eben Sadie con sus cariñenas prioratinas? Y docenas de etc, que me vienen a la cabeza. Me sonrojo, casi me avergüenzo por ellos, ante lo ignorante de la afirmación del periodista: "primer...".
De la parte de quien es entrevistado, Miguel Ángel Vaquer. 1. "¿Desdramatizar la cultura del vino"?, "¿cierta impostada necesidad por fingir saber más de lo que se sabe"? Estos profetas del vino "joder" no quieren hacer sólo vino, quieren hacer marca y negocio. Han decidido cuál es su objetivo de mercado y van a por él (en la foto, uno de sus símbolos). No lo critico, conste: cualquier inversor quiere ganar lo invertido y entrar lo antes posible en beneficios. Lo que no me gusta nada es que se tenga a que hacer a costa de proferir tanta sandez. Porque tras el vino este popular a 8 euros, llegan las copas de metacrilato (ahora entiendo las críticas a las de cristal, salvajemente chasqueadas), los taburetes con forma de corcho (sic) y los artilugios de todo tipo. Hagamos un ejercicio entre los lectores de este cuaderno: propongamos un listado de vinos populares y buenos, quizás también menos pijos, que cuesten menos de 8 euros. Empiezo yo: Viña Zorzal Graciano 2007, de Vinícola Corellana, por cinco (5) euros. 2. Me gustaría saber cuál es el paradigma de etiqueta de los "diseñadores más modernos", qué es lo que ellos no han sabido resolver y qué han resuelto, por el contrario, los hacedores de esta etiqueta. Me parece, como casi todo lo que he leído aquí, de una banalidad absoluta: ¿cómo se atreven a poner a todos los "diseñadores modernos" de etiquetas de vino bajo un solo paradigma? 3. "En nuestras catas el vino se bebe, no se escupe: eso sí que es snob (sic!)". ¿Escupir el vino es snob? (nota al margen: el periodista no ha leído el Libro de Estilo de su propio periódico, pues hay que escribir "esnob (plural, esnobs), no snob. Se escribe en redonda lo mismo que sus derivados ‘esnobismo’ y ‘esnobista’). Me da que cuando alguien tiene que probar treinta vinos en un día y no lo bebe todo, más que el esnobismo, lo que está practicando es la profilaxis para con su hígado.
4. Me ofende, sin más, por el resentimiento que destila y por la incultura absoluta que muestra (¡qué atrevida es la ignorancia!), la última afirmación del entrevistado: "los romanos tenían un vino de mierda". Por una parte, demuestra que no sabe nada de uno de los dos métodos que mueven a la humanidad, el deductivo: a. Los romanos tenían un vino de mierda. b. Los romanos se lo tragaban todo. c. Ergo (nosotros, que tenemos un vino "joder") podemos beber con más garantías que los romanos, con lo que "¿qué sentido tiene escupirlo?" Demoledor, no tengo palabras. Por la otra, me sugiere algunas preguntas: a. ¿qué culpa tienen los romanos de la existencia, hoy, de un vino "joder"? b. El Sr. Vaquer, que afirma que los romanos tenían "un vino de mierda", ¿ha probado un solo vino romano en su vida? c. ¿Quizás se está refiriendo, si la respuesta a b. es "no", a los vinos de Frascati o del Lazio...? Puesto que creo que se refiere a los vinos de los antiguos romanos, diré que nadie puede saber, hoy, cómo era y a qué sabía un vino en la antigua Roma. Diré más: si el entrecomillado entrevistado hubiera leído algo, sabría que no existe un "vino romano", sino vinos de muy distintas zonas que eran conocidos y valorados por ese origen: Albano, Cécubo, Falerno, Másico, Priverno, Signino, etc. Los vinos de la antigua Península Itálica y de Sicilia eran bebidos y entendidos en su contexto, como los vinos "joder" lo serán en el suyo, que para mi suerte no es el mío. Todo esto será muy moderno, muy emotivo, muy bello, muy mediterráneo (por usar los adjetivos del artículo; ya puestos a pedir, ¿alguién podría aclararme qué es un vino "mediterráneo": un monastrell, una malvasía, un bobal, una garnacha blanca o tinta...?), pero tiene poco que ver con el vino. Creo. Por si las moscas, voy a comprar una botella de este vino "joder", para comprobar qué tipo de interjección me arranca. Prometo beberlo, claro, no escupirlo.Las fotografías segunda y tercera son de Dani Riera para este artículo de El País, por cierto, de página entera, publicidad aparte. Mi periódico de toda la vida, desde su número 1, está perdiendo músculo.
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