Este verano está resultando un poco raro, por lo menos en las zonas por las que transito. Grandes calores, de golpe largos días de nubes y respiro, bastante viento, ambiente relajado (eso es mucho para Barcelona en un julio con casi 300 obras en marcha). Yo me muevo bastante por impulsos (entre térmicos y antojos) en el consumo de mis vinos caseros y este año, lo confieso, están saliendo más tintos de cierto empaque que otros veranos. En consecuencia, menos rosados también. Han caído, con todo, no pocos y de lo que llevo probado hasta ahora (y que no haya salido nunca por aquí: Ètim rosado; Viña Aljibes; Brunus, Bàrbara Forés...), dos vinos de tono bien distinto me vienen gustando mucho. El primero es el Lladoner 2008 del Celler Martí Fabra (DO Empordà). Supongo (datos no tengo porque la página web de la bodega ha desaparecido de la red) que el nombre le viene porque una de las formas de nombrar a la garnacha en el Empordà es ésa, "lledoner" (con variantes fonéticas explicables, como "lladoner" o "llodener"). Es un vino que se hace con ensamblaje de cabernet sauvignon y garnacha, de 13,5%, y al que no intuyo más secreto en la vinificación que un cierto reposo en botella antes de salir al mercado. La cabernet le da frescor y caracter goloso, la garnacha, una notable estructura vínica. Frambuesas ácidas, un leve tono herbáceo (zarzamora) y un mínimo (creo que no buscado, pero muy agradable) carbónico en la boca, completan el perfil de un vino que tomaría por cajas; 4,45 euros la botella (sic!).El segundo es Radix 2008 de Parés Baltà. Así como la primera es una bodega de gran tradición familiar en Sant Martí Sescebes, ésta lo es también, pero en Pacs del Penedès (DO Penedès). Yo tenía, lo confieso, poca tendencia a coger sus vinos del estante, pero dos de ellos me han hecho girar definitivamente la cabeza y mirarme a esta familia cada vez con más atención y respeto. Empecé con su garnacha de Finca Cal Miret 2003, notable, y casi me doy de bruces cuando abrí por primera vez este rosado monovarietal de syrah procedente de la finca (agricultura ecológica certificada) Els Pujols. Con 14% y una maceración muy corta (6 horas), el secreto del asunto está en la calidad de esta uva, cómo no, y en una fermentación en inox, muy larga, de seis semanas. El resultado es uno de esos rosados que tanto me gustan, con el corazón partido entre la arrogancia y frescor de la edad, y el temperamento y carácter de alguien mayor. De capa casi alta y cereza picota con aires de rubí, tiene aromas de pimienta roja, guinda y grosella negra madura. En boca y paladar es un vino poderoso, casi tánico, con presencia, y a copa vacía, ésta sorprende con un recuerdo entre el humo y el cedro. Se trata de dos vinos muy distintos (tambien en precio: éste último sale por 16,95 euros...), casi el yin y el yang de los rosados que llevo bebidos este verano, pero ambos muy atractivos y combinables con comidas diversas. Ambos fueron comprados en La Botiga d'Uve-i (de la distribuidora Uve-i-ene-o: telf.934533078).
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