
16 de julio de 2009. Han bajado las temperaturas en Barcelona. Ha vuelto la primavera. Se han ido las apreturas del calor. He pasado ante una tienda que rebajaba, de forma llamativa, las copas Priorat y Montsant que Roger Viusà (mejor sumiller español en 2007 y subcampeón del mundo en 2008) ideó para Zwiesel 1872. Tipo serio y muy profesional. Empresa puntera y de gran tradición. La ocasión la pintaban calva. Dura negociación con mi santa: al fin, ella se lleva lo que quería y yo me voy, contento como unas pascuas, con las delirantes copas Montsant (por ahora...).
Ya he reconocido, hace tiempo, mi pasión por copas y decantadores. No puedo evitarlo. A pesar de esa confesión pública, sigo igual. No me redimo. Caigo y sigo pecando. Me gustan las copas como objeto, también sin un buen vino dentro. Estas Montsant, incluso antes de probarlas (¡y les he dado un buen estreno, a fe!), me sorprenden y maravillan. Se parecen mucho al macizo que le da nombre a la DO: son ágiles, parecen suspendidas casi en el aire y, al mismo tiempo, transmiten seguridad y contundencia. Presencia que impone. No me canso de mirarlas. La foto lo dice todo. Creo, además (aunque me lleve alguna bronca por decirlo) que serán bastante más polivalentes que las Priorat (que también caerán, aunque esta vez sin negociación...). Las veo con borgoñones, sean blancos o tintos, sobre todo. Veremos.
Para el estreno, el día sigue siendo propicio. 16 de julio promete bastante en el calendario de Maria Thun para un buen montsant, con la luna en cuarto menguante y un día plenamente frutal. Los amigos de la Cooperativa Agrícola de Falset-Marçà se han convertido en una referencia, ya más allá de la historia que acumulan, para los vinos actuales en la zona. Y cayó una de las botellas que tuvieron la amabilidad de regalarme hace cierto tiempo: Ètim L'Esparver 2004. Es un vino (14%) de cepas muy viejas (sobre los 90 años), muy mayoritarias en él la garnacha y la cariñena, con mínimos aportes de syrah y cabernet sauvignon. Es un vino de concentración, intenso, que huele a raíces y mineralidad, a madera vieja y a oscuridad y húmedo frescor de la bodega. Sirope de cassis, ahumados, bouqué garnie y mucha fruta, pero contenida. A ratos tiene un punto animal atractivo. Frescor casi cítrico. Sigue la fruta, con aires de la fermentación en bodega, y un poco de chocolate amargo. Fragancia y profundidad. Mucho sotobosque, cigarras al sol y tú, bajo el pino al fresco de la tarde. Con o sin caramillo, con o sin rebaño, tomillo y orégano, taninos casi cuadrados, recios, muy sabrosos y ese perfume de la tierra que vino y copa, menuda simbiosis, te devuelven con generosidad. El 16 de julio de 2009, con los marineros en sus procesiones, también fue un buen día para el Montsant en Barcelona.
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